¿Cuántas veces hemos mirado alrededor con desprecio preguntándonos «cómo puede ser la gente» tan egoísta, estúpida, ignorante o temeraria? Lo pregunto por intuir que es un comentario muy trillado y además verdaderamente transversal socialmente. ¿Cómo es posible que en esta mirada pesimista puedan coincidir creyentes, ateos, ricos, pobres, estoicos, positivistas, relativistas, activistas sociales, o políticos? ¿No se supone que sus criterios al analizar la realidad son muy diferentes? Todos parecemos estar de acuerdo -aunque sólo sea en una cosa- en no soportar la sociedad en la que vivimos.
Exceptúo aquellas ocasiones en las que el objetivo principal es desahogarnos por alguna situación, en las que al hacerlo nos llevamos por delante lo que haga falta. Quiero referirme sin embargo a esas ocasiones en las que estamos serenos, plenamente convencidos de tener razón, en las que nos quejamos de los demás como el que mira romper las olas. Tratando de convertirlo en un trascendental teorema sociológico aunque, sin ser capaces de ver lo difícil que es analizar esta sociedad; compleja como nunca antes en la historia de la humanidad. Seguir leyendo «Del asco ajeno y la miseria propia (o de cómo ver una cacatúa al microscopio)» →