Más allá de la piedra

escrito 6 diciembre de 2014

Lo magnífico de la fotografía es su capacidad para traducirnos incluso a nosotros mismos algo que tenemos en mente y no sabemos verbalizar. Ésto me pasó con ésta fotografía que contiene todo un argumento que fui rumiando mientras paseaba por esta capilla parisina cercana al Panteón del Barrio Latino. Como si fuera una extensión de mí con la que poder dialogar, es mucho tiempo después cuando entiendo qué estaba pensando.

Cada vez que entro en una edificio de la Iglesia de Roma no puedo desligar lo que veo de su contexto histórico y lo que ésta pretendía -y aún hoy pretende- significar. Pensaba en las religiones y en un caso concreto de unos conocidos creyentes que atraviesan graves dificultades personales: todos tenemos decepciones y tristezas en la vida. Y todas las cosmologias sin excepción tiene sus puntos luminosos y sus puntos oscuros. Cada cual elige qué quiere creer o dejar de creer.

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Del asco ajeno y la miseria propia (o de cómo ver una cacatúa al microscopio)

 

¿Cuántas veces hemos mirado alrededor con desprecio preguntándonos «cómo puede ser la gente» tan egoísta, estúpida, ignorante o temeraria? Lo pregunto por intuir que es un comentario muy trillado y además verdaderamente transversal socialmente. ¿Cómo es posible que en esta mirada pesimista puedan coincidir creyentes, ateos, ricos, pobres, estoicos, positivistas, relativistas, activistas sociales, o políticos? ¿No se supone que sus criterios al analizar la realidad son muy diferentes? Todos parecemos estar de acuerdo -aunque sólo sea en una cosa- en no soportar la sociedad en la que vivimos.

Exceptúo aquellas ocasiones en las que el objetivo principal es desahogarnos por alguna situación, en las que al hacerlo nos llevamos por delante lo que haga falta. Quiero referirme sin embargo a esas ocasiones en las que estamos serenos, plenamente convencidos de tener razón, en las que nos quejamos de los demás como el que mira romper las olas. Tratando de convertirlo en un trascendental teorema sociológico aunque, sin ser capaces de ver lo difícil que es analizar esta sociedad; compleja como nunca antes en la historia de la humanidad. Seguir leyendo «Del asco ajeno y la miseria propia (o de cómo ver una cacatúa al microscopio)»

Abismos, borrones, conflictos

Creo que el ser humano inicia su vida como el cachorro abandonado por la madre, tan sólo armados con nuestros instintos básicos. No existe guía, mandamiento o ley universal externa a nosotros, ni para guiar nuestra vida personal ni la pública. Estos dos ámbitos han tendido a regularse en la historia a través de diferentes hipótesis. Muchas religiones coincidían en la idea de <<no hacer a otros lo que no deseas para tí>>  presente en las religiones mayoritarias; estableciendo un hermoso patrón de igualdad humana.  Pero otras ideologías se basaban en el egoísmo, el elitismo o el poder y así continuamos hoy día, ideando «trastos ideológicos» con los que orientar nuestras naves en el mar de la vida.

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